Columna de Elizabeth Guia: El miedo al “dequeísmo”

Por Elizabeth Guía Magallanes

Teacher and parent in classroomPareciera que el uso indebido de “de que” se ha convertido en una de las faltas más temidas del idioma español, que ni el “este…”, ni el “o sea”, ni el “básicamente…”, usados incesantemente como muletillas, nos han hecho víctimas alguna vez del sermón de un maestro de castellano, la crítica de un editor o la mirada censuradora de un interlocutor, como debe haber ocurrido con un inoportuno “de que”. Imagino que esa es la razón por la que ha sido eliminado del hablar cotidiano de muchos, al igual que de mucha prensa, radio y televisión, revistas y libros. Ahora leemos u oímos “estoy seguro que”, “estoy convencido que” y “me doy cuenta que” cuando es perfectamente correcto decir “estoy seguro de que”, “estoy convencido de que” y “me doy cuenta de que”. Es una manera de pecar por defecto que pareciera preferible a pecar por exceso.

El “de que” tiene un lugar y una justificación en nuestra lengua. Y aunque parezca extraño, una lógica también. Uno no preguntaría, por ejemplo: ¿Qué estás convencido? o ¿Qué te quejas? o ¿Qué te diste cuenta?” y mucho menos como si se tratara de la traducción literal del inglés: ¿Qué estás convencido de? (¿What are you convinced of?) o ¿Qué te quejas de? (What are you complaining about?) o ¿Qué te diste cuenta de? (What did you become aware of?). Preguntaríamos: ¿De qué estás convencido? o ¿De qué te quejas? o ¿De qué te diste cuenta?”

Hay casos –y no son pocos- en que en efecto es incorrecto usar “de que”. La Real Academia Española lo define como “Empleo indebido de ‘de que’ cuando el régimen verbal no lo admite” y pone de ejemplo “le dije de que viniera”, la forma incorrecta de “le dije que viniera”. Otros ejemplos serían: “pensé de que” o “creo de que” o “le dije de que”. Usando la misma lógica anterior, nunca preguntaríamos ¿De qué le dijiste? o ¿De qué pensaste? o ¿De qué crees?

El queísmo es lo opuesto; el uso de que cuando lo que corresponde es un de que. Como ejemplo la RAE cita: “Me da la sensación que no han venido” cuando lo correcto es decir, “Me da la sensación de que no han venido”.

Imaginar la pregunta a la cual responderíamos con un “de que” puede darnos la clave pero ante la duda, se le podría dar un giro al asunto para escaparse del “de que”. Por ejemplo, a la pregunta “¿De qué estás seguro?” se podría responder “estoy seguro de que eres sincero” o alternativamente, “estoy seguro de tu sinceridad”.

Resumiendo, estoy convencida de que el temor a usar el “de que” indebidamente, nos ha llevado a suprimirlo en casos en que ello no se justifica. Me doy cuenta de que ante la duda, pareciera preferible eliminarlo del todo; sin embargo, tengo la certeza de que su uso adecuado nos permite expresarnos con mayor claridad. Por ello, estoy feliz de que hayan leído este texto hasta aquí.

Y para quienes deseen una explicación más formal, la profesora Olimpia Rosado lo expresa de la siguiente manera1: “Cuando la subordinada sustantiva (una oración que funciona como sustantivo) es complemento de un nombre o adjetivo, que sí lleva la preposición de: Tuve la sospecha de que me engañaba; Pedro es culpable de que te castigaran; Estamos satisfechos de que hayas procedido así.” Nótese que en todos estos casos, hay un nombre o adjetivo precediendo al de que: sospecha, culpable y satisfechos, respectivamente. En otros, en que se trata de un verbo, usualmente no lo lleva: Pienso que…, creo que…, digo que… no está de más saberlo.

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Elizabeth Guia Magallanes
Es ingeniero y planificadora financiera de profesión y escritora de vocación. Ha publicado poesía, narrativa, artículos en revistas y periódicos, y colaborado como libretista en proyectos para la televisión hispana.

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