¿Será hubo o hubieron, habemos o somos?

Por Elizabeth Guía Magallanes

© Jean-Christophe Riou

Empecemos con el habemos que recientemente oí en la radio. No existe. No es que sea correcto en un contexto y en otro no, como sucede con otras palabras; es que no forma parte del vocabulario español. Tal vez haya surgido –en estos territorios de bilingüismo informal- de la traducción de “we are” que puede ser somos o estamos, dado el desdoblamiento que sufre el verbo “to be” en las dos posibilidades de ser o estar. La traducción de “we are four”, por ejemplo, sería somos cuatro.

Otro error común es el uso del plural del verbo haber cuando no corresponde, quizás para traducir “there are”, el plural de “there is”. Pero en español, a diferencia del inglés, decimos que hay una cosa o que hay diez cosas, siempre es hay… Había un empleado o había veinte empleados… Habrá un invitado o habrá cien invitados…  Hubo una marcha o hubo mil marchas… Por otra parte, cuando el verbo haber se usa como auxiliar para conjugar otros verbos, el plural no sólo es permitido, sino que se hace necesario porque hay un sujeto que requiere concordancia… Ellos habían jugado… Aquellos habrán ido… Los otros hubieron participado. Veámoslo en el siguiente relato.

En el salón de fiestas había muchísimas personas, sólo faltaban las invitadas especiales, dos vecinas del lugar que habían ofrecido su tesoro más valioso para salvar al pueblo de que lo compraran unos inversionistas que pretendían convertirlo en un gran circo. Los inversionistas habían prometido pagar las deudas que se habían acumulado a lo largo de los últimos años. Se les debía dinero a todos los empleados públicos y a los pensionados. Además, había un centenar de demandas que enfrentar por parte de acreedores cansados de esperar. Los inversionistas solucionarían todos esos problemas a cambio de que el pueblo entero estuviera dispuesto a trabajar en su circo. Había  puestos para muchos de ellos: desde vendedores de entradas hasta payasos, domesticadores de animales y recolectores de basura.

Las dos benefactoras habían escuchado las propuestas discutidas en un foro público. En verdad sólo había tres: declarar el pueblo en bancarrota y asumir las pérdidas, abandonar el pueblo e irse a vivir a otra parte o aceptar la oferta de los inversionistas, sacrificando la paz y aislamiento que todos amaban de aquel pueblo. Las tres opciones habían desagradado a todos por igual. Y fue entonces cuando las hermanas Pinzón, doña Ramona y doña Josefina, las más antiguas residentes del lugar, anunciaron que en su casa había grandes tesoros que ellas estaban dispuestas a entregar para salvar al pueblo. El único problema era que había que descubrir la clave secreta de la caja fuerte donde había muchas monedas de oro antiguas. Quizás entre todos podrían descifrar el misterioso acertijo que escondía la clave y el cual ninguno de sus ancestros había podido desentrañar. Nadie dudó. ¡Por supuesto que ellos sí lo lograrían!

Las hermanas Pinzón finalmente llegaron, entregándole al alcalde el preciado texto. Éste se fue al podio y leyó el acertijo que escondía los tres números secretos que habían mantenido la caja fuerte cerrada por varias generaciones de Pinzones: “Para que encuentres la clave necesitarás un docente decente, un médico paciente y un herrero sincero que entre ellos descubran el concepto pues ninguno podrá hacerlo solo; sumarán los números hallados para llegar al resultado.” (Si se animan a resolver el acertijo, encontrarán que los tres números son uno, dos y siete).

About Elizabeth Guia Magallanes

Elizabeth Guia Magallanes
Es ingeniero y planificadora financiera de profesión y escritora de vocación. Ha publicado poesía, narrativa, artículos en revistas y periódicos, y colaborado como libretista en proyectos para la televisión hispana.

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