Alfredo De los Santos: un campeón a causa de S-11

(Actualizado Sept. 11 2012. Publicado originalmente en enero) Ha pasado más de una década del ataque a las torres gemelas, y Alfredo de los Santos, ex combatiente de origen dominicano y residente en Nueva York, recuerda la tragedia  desde una perspectiva diferente.

Nadie de su familia pereció, ni ningún amigo o conocido, pero desde la azotea de donde trabajaba como diseñador gráfico en el periódico Noticias del Mundo, vio con indignación cómo su ciudad y su país eran atacados en pleno corazón, el World Trade Center. Fue suficiente motivación para enlistarse en el ejército e ir a combatir a una de las guerras más difíciles que haya librado este país: la lucha contra el terrorismo.

“Es difícil pelear con un enemigo que no tiene miedo a morir y al que no ves”, dice Alfredo desde su casa en Hopewell Junction, al norte de Nueva York.

De los Santos, de 42 años, es uno de esos jóvenes que, como miles, sintieron en ese entonces, el llamado de pelear por su país. “De pequeño siempre quise ser bailarín o estar en el ejército -dice con una sonrisa- pero me incliné por las artes gráficas”.   El tiempo de cumplir su sueño llegaría el 11 de septiembre de 2001.

Foto de la Zona Cero después de los ataques.Cortesía Gear Up Foundation.

“El ver las torres caer me tocó directamente y vi que era el momento adecuado para ingresar a las Fuerzas Armadas. Lo hice con mucho orgullo y todavía me siento orgulloso, a pesar que fui herido, no me arrepiento”, añade el sargento hispano.

De los Santos se enlistó en 2003 y sirvió en Kuwait, Irak y Afganistán. Fue en este último país, patrullando las calles de la ciudad de Gereshk, cuando un 20 de octubre de 2009,  una granada impactó el convoy donde estaban cinco miembros de su comando especial FOB Price.

“Tenía ocho meses viviendo allí y ese era el fin de semana de mi cumpleaños”, recuerda De los Santos. “Eran las 7 de la mañana y teníamos dos horas combatiendo fuertemente. En el ataque murió mi jefe, otro compañero y el muchacho que estaba detrás de mí quedó desbaratado”, lamenta.

A De los Santos, un hombre fornido de 5’11 pies de alto, la granada le destrozó casi toda su pierna derecha (de la cual le queda solo un 5%), además de sufrir laceraciones en el cráneo, quemaduras y tuvieron que reconstruirle la mandíbula.

Un precio alto a pagar

El sargento de origen dominicano Alfredo De los Santos.Foto cortesía.

De acuerdo al sitio independiente iCasualties, unos 1.648 combatientes (el Departamento de Defensa cuenta 1.644) han muerto en Afganistán, desde que se iniciara la guerra. Otros 13.447 han sido heridos en acción. Fue precisamente 2009 cuando hubo un incremento del 120% de los ataques, un record de 7.228.

Aunque no fue su hora, Alfredo De los Santos tuvo que permanecer dos años en el hospital del Ejército Walter Reed en Washington, recibiendo todo tipo de terapias en una intensa recuperación. Varias veces le preguntamos qué significa haber visto la muerte cara a cara y si valió la pena hacerlo.

“Si, no me arrepiento”, dice De los Santos sin dudar un segundo.  “Si le preguntas a cualquier soldado que ha regresado, muchos de ellos te dirán que les gustaría volver”.   Sin embargo las escenas vividas en el Medio Oriente lo persiguen, así como a muchos otros. “A veces cuando estoy en casa mi esposa me pregunta en qué pienso y yo siento que estoy allá, o que debería estar allá al lado de mis compañeros”, agrega.

Pero no es el haberse enfrentado a la muerte lo que pesa. “Los militares estamos entrenados para eso. Allá decimos que la única forma de sobrevivir es pensar que estás muerto”, manifiesta De los Santos.  El problema es cuando han regresado.

“En combate sabes lo que tienes que hacer, ves gente morir y no te afecta. Es una mentalidad de ‘sigue adelante’ y más bien esa adrenalina te hace adicto, pero cuando llegas es difícil. Los amigos no te entienden, ni la familia, y empiezan las pesadillas, la opresión, los dolores de cabeza”, acota.

De soldado a campeón paraolímpico

Felizmente en el hospital militar un equipo de terapistas físicos y sicólogos prepararon al ex combatiente latino para reinsertarse en la vida civil.

Alfredo de los Santos en un descanso en una de sus competencias. Foto cortesía

“Fue un entrenamiento intenso, donde aprendí a caminar con las prótesis, a ejercitarme, tuve mucha consejería y luego me introdujeron a los deportes. Ellos te enseñan a sobrevivir en el mundo afuera”, relata.

Un día se le acercaron en el hospital y le preguntaron si quería correr 80 millas. “Yo les dije, ustedes están locos, ¿no ven que me falta una pierna?”, cuenta De los Santos. Sin embargo empezó a correr carreras en la bicicleta de mano. “Me pareció increíble y podía ir más rápido que la gente que iba en bicicleta”, dice. De allí vendría la natación, el golf y el esquí.  También practica la jabalina y el disco con 6 prótesis que intercambia según el deporte.

El resto es historia. De Los Santos compite ahora para equipos deportivos paraolímpicos del Ejército como “Team Hope for the Warriors”, “Soft bionic worriers”, quienes cubren sus gastos deportivos.

De los Santos transcurre su vida ahora viajando a competencias paraolímpicas nacional e internacionalmente y colecciona medallas de oro, plata y bronce. “Este año correré las maratones de Chicago y Nueva York”, explica, sin contar que en estos días viajaba a New Hampshire para participar en una competencia de 100 millas.

De los Santos es agradecido: “Es increíble como la vida le da a uno. He tenido muchas oportunidades que quizás nunca las hubiese tenido antes”, afirma quien ha conocido incluso al Presidente del país.

“Para mi ser americano es ser quien yo soy en una tierra de libertad”, afirma.

Lecciones de la guerra

Alfredo De los Santos esquiando con su familia

La vida para Alfredo De los Santos transcurre entre lo que él llama su “adicción al deporte” en las competencias y cuando está en casa lo dedica a su familia compuesta por su esposa Jeanette, su hijo Jessy y su hija Josley, de 10 y 16 años, respectivamente.  La pintura es uno de sus hobbies, así como levantar pesas. Su meta futura es obtener una maestría en Seguridad Nacional.

Pero septiembre 11 y la guerra que se libra en el Medio Oriente a causa de los ataques, no ha quedado atrás para el dominicano, pues para él, cada día es un regalo.

“Uno ve la vida totalmente diferente”, manifiesta De los Santos. “La gente se queja de un dolor de cabeza o le duele el pie y no va a trabajar, en el ejército te levantas todos los días a las 4 am. a pelear con frío o nieve. Duermes dos o tres horas o a veces no duermes o no comes”, acota.

“Dicen que en la milicia te lavan el cerebro, pero no es así, te ayudan a descubrir tu potencial mental y una vez que lo haces, no hay nada que te pueda parar y nada que no puedas hacer”, expresa convencido el hispano.

Para el competidor y ex combatiente, este “país es de ejemplo, donde hay gente de todas las partes del mundo y puedes vivir en libertad. Vienes sin nada, y puedes estudiar y lo puedes lograr”, dice.  Sin embargo se lamenta: “pero todo tiene un precio, lamentablemente en la guerra se pierden vidas. Es el trabajo que hay que hacer para estar seguros donde vivimos”.

Al preguntársele qué le diría a aquellos que creen que las guerras en Afganistán e Irak han sido en vano, De los Santos manifiesta: “”Creo que la gente aún no abre los ojos. Ellos usaron aviones esa vez, pero  si tuvieran acceso a armas de destrucción masiva, no quisiera imaginarlo.  A los que piensan así les diría que analicen dónde viven y cómo viven. Que piensen en la libertad que tienen, que pueden mandar a los hijos a la escuela, subirse en un tren sin esperar que los ataquen y pueden ver a sus familias todos los días.

Otros países en el Medio Oriente no tienen ese privilegio. La manera de vida que tenemos en este país, donde hay leyes, donde se respeta la religión, la cultura y la diversidad de la persona, eso tiene un precio y ese precio es lo que se está perdiendo hoy en día.  Puedes ir a un restaurante, vas en la calle con seguridad, a pesar que suceden cosas, la cantidad de personas de diferente nacionalidad, y el orden con el que se vive, es increíble. En el Medio Oriente, ellos se están dando cuenta y dicen: nos quedando atrás”, añade.

Al final De los Santos concluye: “El mundo de hoy se vive muy rápido y como está la economía, la gente no se enfoca en lo que está pasando allá (en el Medio Oriente). Nuestro labor allá requiere de mucho trabajo y sacrificio y solo el 1% de la población de los Estados Unidos se ha ofrecido a hacerlo”.

 

 

 

About Adriana Carrera

Adriana Carrera
Periodista y editora de medios hispanos en EE.UU. desde 1996. Ganadora de varios premios Oro de la NAHP por sus reportajes de negocios y educación.

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