De Nobeles y Novelas

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Bob Dylan. Foto crédito PKKH.tv

Por Elizabeth Guía Magallanes *

Sumergirse de lleno en una novela literaria es entrar en un mundo ajeno durante horas, días o semanas, a lo largo de los cuales ese mundo deja der ser ajeno para convertirse en nuestro. Una buena novela nos invita a convivir con sus personajes, a sentir sus sentimientos y pensar sus pensamientos; nos encariñamos con ellos o los rechazamos, nos inspiran o nos horrorizan, nos sorprenden o nos conmueven. A través del autor descubrimos facetas nuevas de la condición humana, la de sus personajes tanto como la propia, todo ello en un contexto distinto, desconocido y a menudo inalcanzable de ninguna otra manera. Es una excursión, una aventura que puede sentirse como un viaje o un naufragio a otra época, a otra cultura, a otro vecindario de nuestra propia cultura o a un mundo extraordinario y fantasioso. Se dice que el buen lector nunca se siente solo y es cierto; también es cierto que presiente el universo entero al alcance de su mano.

Otra gran ventaja de la novela, o el cuento, es que hace fácil su traducción del idioma original, por comparación con la poesía, de la cual sólo es posible captar la idea, el sentir de su autor, por encima del significado literal de la palabra o el intento usualmente fallido de mantener en la traducción, la métrica y la rima de la versión original. Traducir a Neruda al inglés o a T.S. Elliot al español, por ejemplo, exige mucho más que el simple dominio de ambos idiomas. Al mismo tiempo, leer más allá de un poema aislado, ahondar en la obra del poeta, nos permite conocerlo, intimar con él o ella, y llegar así a su esencia.

Para sorpresa de muchos, el cantautor Bob Dylan resultó ser el último receptor del premio Nobel de Literatura, por “haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran tradición de la canción estadounidense”. Yo no puedo opinar sobre lo que no conozco pero en el pasado, si no conocía al galardonado de turno, podía buscar y leer alguno de sus libros, y decidir si me gustaba o no. Así descubrí algunos extraordinarios autores. Si ya lo conocía podía volver a su obra y redescubrirla. Esta vez sé de quién se trata pero apenas recuerdo alguna de sus canciones. Supongo que para ahondar en su repertorio tendría que “descargar” sus canciones a mi teléfono.

Me pregunto si hay traducciones de sus letras a múltiples idiomas como suele ocurrir con los libros famosos. Se dice por ejemplo que “Cien años de Soledad” de García Márquez ha sido traducido a más de 35 idiomas, “La Familia de Pascual Duarte” de Cela a 39 y “Mi nombre es Rojo” de Pamuk a 60, por citar otros premios Nobel de Literatura. Y ni hablar de “El Alquimista” de Coelho traducido a 80 idiomas o el primero de la saga “Harry Potter” de J.K. Rowling traducido a 77. Por otro lado, un fan de Dylan puede oír su canción favorita cien veces seguidas si lo desea. Y la verdad no sé cómo se podría comparar un público de oyentes con un público de lectores, el número de canciones escuchadas con el número de copias vendidas. Se trata de dos géneros artísticos simplemente distintos.

El hecho de que Dylan haya mantenido una carrera musical exitosa durante cinco décadas sin duda dice mucho a favor de su talento. Yo confieso sin embargo que su selección para el Nobel de Literatura me ha sembrado un par de inquietudes. En primer lugar se me ocurre que la Academia podría haber creado desde hace mucho tiempo un premio Nobel de Música; sin duda hay muchos compositores que podrían ser tomados en cuenta año tras año y no como en el 2016 que pareciera ser simplemente una excepción.

Por otro lado, me pregunto si con esta selección no estará la Academia aceptando como un hecho que nos estamos volviendo una sociedad de mensajes cortos y pensamientos telegráficos. Una sociedad de atención breve y gratificación instantánea. Y una sociedad altamente comercial. Si es así, dado que hoy en día la celebridad va mano a mano de la popularidad y la popularidad del número de “hits” en los medios sociales, no ha de extrañarnos entonces que en los próximos años el Nobel de Literatura le sea otorgado al tuitero con el mayor número de seguidores y que la razón sea “por haber creado nuevas expresiones poéticas dentro de la gran iniciativa estadounidense de la comunicación breve.”

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Elizabeth Guía Magallanes es  ingeniero y planificadora financiera de profesión y escritora de vocación. Ha publicado poesía, narrativa, artículos en revistas y periódicos, y colaborado como libretista en proyectos para la televisión hispana.

 

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