El apoyo emocional al niño en edad preescolar

Trabajar con niños pequeños me da la oportunidad de ser madre cada nuevo año escolar. Saber que cada día será totalmente diferente al otro porque mis nuevas hijas e hijos podrían sorprenderme con múltiples emociones como son alegría, locura, amor, tristeza, y momentos de corazón roto en cualquier tiempo del día y sin previo aviso.

Cada uno de ellos es un mundo diferente. Un ser único y especial que vive en diferentes familias con su propia felicidades y tristezas. Cada uno de ellos trae sus propias historias de vida. Sus comportamientos son diferentes de acuerdo con sus propias lluvias, truenos o arcoíris en casa.

Hoy tengo la certeza de que mi papel como maestra es ayudar a los niños a descubrirse a sí mismos y al mundo que los rodea. De la misma manera apoyarlos y guiarlos en su intento de comprender la forma en que pueden desenvolverse y ser parte de ese mundo.

Ninguna otra profesión ofrece tantas formas de ayudar a otros a aprender y crecer en sus años más formativos y asumir la responsabilidad de sus propios actos. Como maestra de preescolar, soy, tengo y quiero ser la sombrilla bajo la lluvia para la vida de mi pequeño estudiante.

Pero ¿cómo ser una sombrilla para mejorar sus vidas cada día sin dejar que sientan una gota de lluvia sobre sus hombros mientras están a mi lado? o si la sienten ¿Cómo ayudarlos a comprender, dar nombre y manifestar sus emociones?

La respuesta es amarlos cada día como si fueran mis propios hijos, capacitarme a diario; prácticar todo lo bueno que aprendo en cada curso o taller al igual que tener el corazón y mente abierta todos los días para darles siempre un abrazo recibiendo tanto amor como mi cuerpo y corazón lo permitan.

 “A partir de fomentar relaciones estables con los adultos, los niños aprenden a llevarse bien con los demás, turnándose, dando y recibiendo, entendiendo las necesidades y deseos de los demás. Las relaciones sensibles y receptivas también se asocian con habilidades cognitivas más fuertes más adelante en la escuela“.*

Los cursos que he tomado en educación me han ayudado a reformular mi pensamiento para ayudar a los niños a entender, cuestionarse y pensar por sí mismos para poder tomar sus propias decisiones y cometer sus propios errores.

Al reformular la pregunta “¿Cuál es el problema con el niño?” y cambiarla a “¿Qué le está pasando al niño?” los profesionales de cuidado infantil podemos brindar apoyo al niño y reducir la necesidad de castigo, expulsión o medicamentos para mejorar su comportamiento. Al comprender y ser sensible al pasado del niño se pueden ayudar a abordar la raíz de los comportamientos desafiantes y así poder ser la sombrilla bajo cada una de sus lluvias.

 

 

*Shonkoff, J.P., & Phillips, D. (Eds.) (2000). De las neuronas a los barrios: La ciencia del desarrollo de la primera infancia. Comité de Integración de la Ciencia del Desarrollo de la Primera Infancia. Washington, DC: National Academy Press.

Por: Dora Marin

VPK Teacher –Nob Hill Academy-,Sunrise.Broward

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