Por @alesantiss
Seguramente, más de alguna vez ha escuchado que no hay que cargar a los bebés por mucho tiempo porque se acostumbran a eso. Pues bien, al parecer esta idea comenzará a quedar enterrada en el pasado, ya que un nuevo estilo promueve justamente lo contrario: hay que llevar a los recién nacidos en brazos hasta que sean capaces de despegarse de la madre por sí solos.
Esta tendencia mundial, conocida como exterogestación o crianza en brazos, trata de imitar a los canguros u otros mamíferos que poseen un período total de gestación interna y externa de 18 meses.
Blanca García, educadora y diplomada en Apego Seguro, cuenta que “los seres humanos nacemos con un desarrollo cerebral extremadamente inmaduro, lo que nos hace absolutamente depedientes de nuestra madre (o cuidador) para vivir y desarrollarnos”. Por eso, sostiene que más que un método o una moda pasajera esto corresponde “a una tendencia natural ya que un bebé que está en contacto con el cuerpo de su madre regula todos los procesos fisiológicos, como temperatura, respiración, ritmo cardiaco y ciclos de sueño, además de establecer un apego seguro”.
Las denominadas mamás canguro o aquellas que optan por la exterogestación, utilizan diversos tipos de portabebés (baby carriers, en inglés) que han aparecido en el mercado y que les permiten tener las manos libres para realizar las actividades cotidianas, mientras mantienen a los recién nacidos pegados a sus cuerpos durante el día.
Respecto a quienes critican y aseguran que ésta es simplemente una forma de malcriar a los niños, García es enfática al responder que están sumamente equivocados, ya que “mantener a los hijos cerca, en brazos, es lo que ha asegurado la sobreviviencia de nuestra especie. Además, la palabra “malcriar”, se refiere a criar mal y responder a las necesidades de cercanía de nuestro bebé nunca será sinónimo de criar mal”.
Según Blanca, no existe ninguna patología asociada a ser tomado en brazos, al exceso de amor y a sentirse mimado por otros. “Muy por el contrario, esto es un factor protector de salud, de bienestar y un alimentador del desarrollo cerebral ligado a la autoestima, a la inteligencia y a las funciones relacionadas con la capacidad de amar”.
Finalmente, la profesional garantiza que ningún coche, silla, mecedora o cualquier artefacto moderno con música, movimiento o luces, es capaz de reemplazar el amor de mamá. “Las personas- concluye Blanca- no nos acostumbramos a los brazos, sino que los necesitamos para sobrevivir el período de transición entre el útero y el mundo. Y no existe mejor estímulo para la vida que el calor, olor, respiración y voz de una madre”.
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