Satélites se toman América Latina

Washington, D.C. (ConcienciaNews) – Esta semana en Colombia se cierra la licitación para entregar en concesión el primer satélite propio de comunicaciones del país. El proyecto, llamado SATCOL, prevé su puesta en órbita para el 2012 y sería utilizado para fines sociales en zonas rurales sin acceso a conexiones de comunicación terrestres. Miles de escuelas, hospitales e instituciones gubernamentales serán las beneficiadas con esta iniciativa.

Con el auge del consumo de tecnologías de la información en Latinoamérica, se incrementa la demanda de cobertura para el acceso. Argentina, Brasil y Bolivia también adelantan  proyectos satelitales. Hay uno en la Comunidad Andina planeado para el 2011 en alianza con la organización  SES World Skies (están en proceso de negociación de contrato).

Así lo confirma Convergencia Latina, uno de los principales portales tecnológicos de América Latina: “En Colombia tenemos 46,000 escuelas y, en agosto del 2006, sólo 2,000 tenían conectividad a internet y computadoras. Hoy hay 26,000 escuelas con computadores. Pero a medida que hemos ido creciendo, el alquiler de la capacidad satelital ha ido subiendo de precio en paralelo a las necesidades de cobertura”, dijo Daniel Medina Velandia, viceministro de Comunicaciones de Colombia.

Venezuela ha sido pionera en este aspecto. Tiene el satélite Simón Bolívar, que funciona desde el año pasado y es operado por la empresa nacional Cantv. Está ubicado en la posición 78º oeste, fue construido por el fabricante chino Great Wall Industry y lanzado por la firma Long March. Tiene cobertura en Centroamérica, Caribe y Sudamérica.

Los países que no cuentan con servicios satelitales propios deben pagar por estos servicios. Según el viceministro Medina, “se puede comprar con acuerdos a largo plazo, como una especie de arrendamiento; o se puede comprar por demanda dependiendo de las necesidades del país”.

Y aunque en Latinoamérica hay varios operadores pequeños que prestan este servicio, “en general es una industria concentrada donde dos o tres empresas controlan el 80 por ciento de la capacidad que se provee en el país. Las negociaciones pueden ser entre operadores privados o a través de los programas sociales del gobierno”.

Tener un satélite propio incrementa la capacidad del Estado o compañías prestadoras de servicios para potenciar diversas áreas de un país. Para Mariana Rodríguez, directora de Convergencia Latina, “brinda una tecnología adicional, entre otras existentes, que contribuye a la meta de incrementar los niveles de conectividad de la población ya que es uno de los modos de generar inclusión social”.

Explica que el satélite se presenta como una tecnología fundamental para la innovación en sectores como el marítimo, agropecuario, y en menor medida, petrolero, con lo cual se generan aportes al desarrollo económico de cada país o región.

No obstante, en Argentina se plantea un proyecto diferente con una inversión de 600 millones de dólares para lanzar tres satélites entre el 2012 y el 2014. No es un plan destinado exclusivamente para fines sociales, sino que está orientado a competir con los operadores privados. Aún así, se contempla utilización de capacidad para fines sociales y gubernamentales.

Pero cuando se habla de mandar un satélite a órbita, los gastos en seguridad son altos. El viceministro colombiano explicó que alrededor del 20 por ciento de la cantidad total del proyecto SATCOL será invertido en seguros de cumplimiento de calidad.

“Esta es una industria que no presenta fallas muy a menudo, pero puede existir el riesgo de que el satélite en el lanzamiento tenga algún inconveniente, o incluso que cuando se ponga en órbita presente problemas”, dijo Medina.

La unidad de medida para el control de precios en servicios satelitales es el Megahercio (MHz), que por mes se sitúa entre 2,800 y 3,000 dólares en el caso de los nuevos proyectos. Los precios mínimos se sitúan en los 2,000 dólares por MHz/mes, mientras que los máximos pueden llegar a 4,000 dólares, generalmente para los servicios de DTH (direct-to-home), tanto por la capacidad requerida como por utilizar posiciones “premium” (las que tienen más antenas orientadas con cobertura para la mayor cantidad de clientes potenciales).

Rodríguez dijo que el principal obstáculo para contar con un satélite propio pasa por las inversiones necesarias: “infraestructura y toda una batería de cuestiones como los seguros de riesgo de lanzamiento, entre otras cosas. Por eso es que en algunas ocasiones se evalúan alianzas con algún operador existente que se encargue de la construcción, lanzamiento y administración del satélite”, concluyó.

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Periodista y editora de medios hispanos en EE.UU. desde 1996. Ganadora de varios premios Oro de la NAHP por sus reportajes de negocios y educación. Puede escribirle a adriana@lafamiliadebroward.com