Un Paseo con Homofonías

Por Elizabeth Guía Magallanes

Las palabras homófonas suenan parecido pero difieren en significado y ortografía. El siguiente relato tiene muchas.

A stack of books on a white background.“¡Ah! si fuera tan fácil”, se lo dijo serio y ella lo ha mirado sonriendo, dispuesta a dejar el asunto de ese tamaño. “¿Sabes si los muchachos pueden abrir el portal? Habría que asegurarse.” “Sí, mujer, además, son casi adolescentes.” “Será, pero adolecen de despiste, pareciera que viven en la luna.” Él rio restándole importancia al asunto y arrancó el auto. Se relajaron, aspirando el cálido aire del atardecer. Pero sin haberlo espirado todavía, oyeron por la radio que Juan Guerrero había expirado. De pura impresión, ella sintió un calor en el pecho que la abrasaba y él, dándose cuenta, detuvo el auto por un instante para abrazarla y consolarla. Le confesó que había soñado que la muerte de don Juan era inminente. Ella no salía de su asombro. “¡Qué pena tan grande, un hombre eminente como él!” “Sin duda, y con un don de gentes como pocos.” Cada vez que ella le había oído una de sus charlas, había permanecido extática, conmovida por la sabiduría de aquel anciano. Tras unos minutos, Julián, al verla enmudecida y estática, prefirió no importunarla, calló, retomó el volante y así, en silencio, continuaron el camino hacia los cayos.

María lo había conocido por puro azar, una tarde que caminaba distraídamente por una avenida con naranjales a lo largo de ambas aceras, embriagada por el aroma de los azahares. De pronto recordó que para la cena quería asar una carne y había olvidado adobarla. Giró de prisa y lo vio ahí, parado al lado del asta de la bandera, mirándola con interés, como espiándola. Caminó hasta él y notó que no se movía a pesar del intenso sol, como quien expía una condena. Le vio un laso rizo que intentaba volar con el viento y eso le dio risa. El hombre desvió la mirada hacia el mar y sólo dijo, “Allá, en el mar, basta que haya un poco de brisa para que brillen las olas como luz pura. María sólo le dijo “Hola” y miró alrededor pensando que él le hablaba a otra persona, pero estaba solo, completamente solo. Se sorprendió, era lo mismo que de niña le decía su aya. “En el mar se halla la luz que esconde el agua”.

¡Cuánto lo extrañaría ella! Cuanto más pensaba en ello, más se entristecía. ¿Continuaremos el viaje? Quiso preguntarlo pero no deseaba hablar de nada. La noticia era demasiado reciente, prefería darse tiempo para procesarla. Julián comprenderá, no es de los que resiente los silencios aunque éste quizás no fuera bueno, quizás sí debería revelarle lo que estaba sintiendo. María se rebelaba de sólo pensarlo. Julián seguramente le iba a sugerir el nombre de algún pastor o psiquiatra, como si se tratara de relevar a un compañero de juegos. “Sé lo que estás pensando, Julián, y prefiero que no lo digas”. “Iba a pedirte que estuvieras pendiente de la valla del club, para calcular el tiempo que nos falta para llegar a la cabaña.” “Disculpa, no te vayas a enfadar.” “Eh, no te preocupes, te he dicho que siempre terminamos haciendo las paces ¿o no?” “Tienes razón, pero por ahora es mejor que pases al cacharro ese que tenemos delante, nos lleva a paso de tortuga.” “No hay apuro ¿por qué no tratas de dormir un poco?” “Porque no tengo sueño.”. “Haz lo que quieras, pero no has descansado en muchos días.” “¿Ves la valla? Allá está.” “¡Vaya! Por una vez te me has adelantado”.

Nota: En este breve cuento hay veinte pares y cinco tríos de palabras homófonas. La primera es: ¡ah! (interjección), a (preposición) y ha (del verbo haber). Quienes deseen ver la lista completa, pueden enviarme un email pidiéndola y con gusto se las hago llegar.

 

About Elizabeth Guia Magallanes

Elizabeth Guia Magallanes
Es ingeniero y planificadora financiera de profesión y escritora de vocación. Ha publicado poesía, narrativa, artículos en revistas y periódicos, y colaborado como libretista en proyectos para la televisión hispana.

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