Volver a edificar nuestras vidas

Si algo desestabiliza al ser humano es que lo muevan de su zona confortable. Cuando en segundos, en horas o de la noche a la mañana, las circunstancias cambian hasta el punto de atemorizarnos, la alternativa es hacer esa pausa obligada y detenerse a pensar antes de seguir actuando de manera insensata.

El transcurrir del tiempo y las circunstancias que no son nada distinto al destino, son de las pocas cosas que las personas no podemos controlar y ahora sí que se está evidenciando esa teoría. Las situaciones de inestabilidad, de dificultad, son las mejores para reconocernos e identificar de qué naturaleza estamos hechos.

El aislamiento ha revelado la verdad sobre las realidades en las que vivimos, nos ha servido para medir el nivel de convivencia, tolerancia y solidaridad que estamos dispuestos a soportar, y para reflexionar sobre lo que realmente es importante. Nos ha confrontado con nuestras verdades y la manera en que actuamos con los otros. En algunos casos y contradictoriamente a lo que se promueve, la convivencia familiar obligada ha propiciado más que unión, desacuerdos y separaciones.

Hay que concentrarse en transformar estas realidades entendiendo que los obstáculos siempre serán una oportunidad para fortalecerse y seguir adelante. Cuando las circunstancias llevan a que se desmorone lo que cada individuo había construido y planeado, no hay más alternativa que volver a edificar con cimientos fuertes y acertados.

Por: Omaira Martínez

 

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