El uruguayo Gabriel Fernández nunca se imaginó que lo que nació como una necesidad fuerte en su corazón de ayudar a otros en su país de origen, se convertiría en una obra mundial que acude al rescate de los más vulnerables.
“Éramos un grupo de jóvenes que teníamos un fuerte deseo de servir a la comunidad y compartir el mensaje del evangelio”, recuerda Fernández en entrevista con LFDB. “Había mucha necesidad en el cuerpo y no querían recibir el mensaje, entonces entendimos que el evangelio es un mensaje integral”, añade el pastor bautista de 43 años.
Ese sueño se llama “Proyecto América” www.ProyectoAmerica.org, y de Uruguay, se esparció por todo el mundo, con 8.000 voluntarios de varios países de América Latina y Europa.
La misión es “predicar el evangelio a través del servicio con el objetivo de ir a los lugares más pobres o que han sufrido catástrofe naturales y al mismo tiempo movilizar americanos hacia todo el mundo”, explica Fernández.
El director dice que la historia de los americanos es la “de un pueblo sufrido”. “Nosotros fuimos ayudados, pero ahora nos toca ayudar porque somos un pueblo lleno de solidaridad y recursos”, indica. “Dios permitió esto para que seamos un elemento de ayuda. La calidez del latino hace que seamos bienvenido y bien vistos”, añade el director. Esto sucede aun en partes difíciles como el Medio Oriente, donde un norteamericano representa hostilidad pero los latinos voluntarios son bien recibidos.
Un milagro en Haití
El camino no ha estado exento de sustos y peligros. Una anécdota que recuerda en particular el pastor Fernández es cuando acudieron al llamado en Haití.
“Cuando llegamos a Haití, nos reportamos a la ONU”, cuenta Fernández. “Nos hablaron de algunos lugares y nos dijeron específicamente que no fuéramos a Cité Soleil, porque es un lugar peligroso. Pero una mañana sentí ir con un voluntario a ese barrio y le pedí a alguien que me llevara porque justamente pensé que debía ser el menos asistido. Cuando llegamos vimos un campamento de más de 5.000 personas que estaban muriéndose. No tenían agua, comida ni guardia militar. En 4 días asistimos a las personas desnutridas, les llevamos agua y salvamos muchas vidas, curamos heridas infectadas y atendimos a todos. Luego supimos que un pastor estaba desesperado orándole a Dios por esta ayuda”, dice el director del proyecto.
Futuro
Fernández sueña con movilizar latinoamericanos al resto del mundo. “En noviembre vamos 300 voluntarios a Zambia, el segundo país con menor expectativa de vida”, expresa. “Allí mueren por desnutrición y enfermedades que ya tienen cura”, explica. El “operativo” como lo llama, tomará 14 días y se encargará de construir escuelas, centros de salud, dejar un centro de entrenamiento laboral y pozos de agua.
Cuando se le pregunta qué se necesita para ser voluntario, Fernández dice que la disponibilidad de ir y el dinero del pasaje. “Nuestros voluntarios son desde médicos hasta estudiantes, siempre se puede ayudar”, afirma. Aunque Fernández, quien pastorea una iglesia ahora en Florida, no percibe un sueldo por esta obra, manifiesta que compañías y hombres de negocios sustentan la organización sin fines de lucro.
La muerte ha pasado rozando, como aquella vez que estuvieron en un enfrentamiento entre pandilleros y el gobierno en una misión en República Dominicana, pero no los tocaron. “La biblia dice que el amor es fuerte como la muerte. Hay gente que resiste ante el evangelio pero cuando la amas, baja los brazos”, comenta.
Es por eso que Fernández no se arrepiente de su elección. “Volvería hacer lo mismo un millón de veces”, dice. “Me queda claro que hoy, después de 25 años de ministerio y aceptar el llamado es que la gente puede resistir palabras, argumentos y a personas, pero el poder del servicio es irresistible”.
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