Cómo usar palabras que impacten la vida de los hijos

Si queremos que nuestros hijos crezcan seguros de sí mismos, llenos de felicidad y confianza debemos medir las palabras que llegamos a decirles en momentos de estrés o de nervios. Normalmente es con nuestros pequeños con quienes nos desahogamos en esos momentos y este, según los expertos, es un gran error. Sobre todo cuando hablamos de niños pequeños y hasta los seis años, aproximadamente.

Esto es porque los niños pequeños, sobre todo entre dos y seis años: ‘no son todavía capaces de realizar inferencias a partir de propiedades no directamente observables‘. Esto significa que no son capaces de ver diferentes puntos de vista y solo se centran en un aspecto de lo que perciben, es decir, de aquello que le decimos. Según la psicóloga Mónica Serrano, esto supone que nuestros hijos toman nuestra palabra como una verdad absoluta, y según lo que le digamos al niño en un momento dado puede hacer que el pequeño lo crea fervientemente y no sea capaz de comprender que estamos en un estado de nervios, cansancio o de estrés y que posiblemente, en un rato estemos mejor.

Por ello, los niños nos toman la palabra, es decir, si les decimos: ‘estoy harta’o ‘no puedo más’ el pequeño interpretará que nos hemos cansado de él y esto le provocará indefensión e inseguridad. Además, según la psicóloga Mónica Serrano no se debe añadir un adjetivo negativo al verbo ‘eres‘. Es decir, no debemos decir nunca a un niño: ‘eres torpe, ‘eres tonto‘, ‘eres malo‘, etc.  Esto es porque el verbo ‘ser’ indica permanencia, algo que no se puede modificar. Sin embargo, si usamos el verbo ‘estar‘ o el verbo ‘hacer‘, se hace alusión a un estado que el niño podrá modificar, es decir, no es permanente.

Por este motivo es importante las palabras que les decimos a los niños, ya que no es lo mismo decirle ‘eres malo‘ que decirle lo que has hecho no está bien.  En la forma ‘hacer’ el niño puede ver que no lo ha hecho bien, pero puede modificar su actitud, si le decimos que ‘es malo’ se lo acabará creyendo porque es un estado que no se puede modificar.

Por otro lado, cuando se amenaza a un niño con un castigo a través de las palabras, se enseña al niño a obedecer o a aprender un actitud a base de querer evitar algo muy negativo. Esto significa que no aprende actitudes sobre un modelo positivo, sino a base de evitar consecuencias. En el momento en que le pierda el miedo a esas consecuencias no habrá desarrollado ni el autocontrol ni tampoco a controlar sus propias emociones.

Por último, otras de las situaciones en la que nos vemos inmersos muchos padres es el prometer cosas que posiblemente, no se puedan cumplir. Según la psicóloga es importante no prometer a nuestros hijos aquello que no se pueda cumplir, ya que no cumplir una promesa suscita en el niño inseguridades e indefensión, incluso puede provocar perder confianza en nosotros.

Dios nos enseña en su Palabra

La Biblia es muy clara cuando nos habla de nuestras palabras.

“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” Efesios 4:29

Las palabras que oímos una y otra vez dejan huella en nuestros pensamientos, nos bajan la autoestima, hace que nos creamos aquello que nos dicen y actuemos inconscientemente de esa manera, para bien o para mal.

“Por tu influencia inconsciente pueden los demás ser alentados y fortalecidos, o desanimados y apartados de Cristo y de la verdad.”

Sin embargo, las palabras de ánimos y reconocimiento de los talentos, refuerza la conducta, anima, y sube la autoestima.

“Si alguno no ofende en palabra, éste es varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo” Santiago 3:2

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